En estos días he recibido tres correos donde me piden consejos para dejar de procrastinar y ponerse de una vez a escribir. Luego de conversar un rato, nos damos cuenta de que están pasando por la temible enfermedad del escritor: el bloqueo creativo. Lamentablemente no tengo la fórmula infalible para solucionar este problema y, aunque hace algún tiempo ofrecí algunas recomendaciones, hoy vengo con más soluciones.
¿Sabías que hace un siglo atrás no existía el bloqueo creativo o del escritor? Tal vez por eso algunas personas dicen que no es más que una excusa para no escribir o para no hacer el trabajo que nos corresponde. Quizás nos hemos acostumbrado a trabajar bajo presión o con fechas límites. Quién sabe si es que nos adaptamos a una vida cómoda o es que la tecnología y las redes sociales no nos dejan producir según nuestras capacidades.
El punto es que hoy día el bloqueo del escritor se ha hecho famoso. Se escribe constantemente en las redes sociales, los diseñadores hacen muchísimas ilustraciones al respecto y en Google se buscan constantes consejos o sugerencias para evitarlo. Hoy es una realidad, tan real que me parece que la padezco al menos tres días a la semana y que si no pongo mucho esfuerzo de mi parte, me programo y coordino todo lo que tengo que hacer, pasan las horas sin penas ni glorias.
1.Desecha los pensamientos bloqueadores
Lo primero es cambiar la actitud, la forma de ver el bloqueo creativo. Deja de lado los pensamientos negativos y la idea de que no eres escritor. Las personas están obsesionadas con ponerle título a lo que son o dejan de ser. ¿Te gusta escribir? ¿Te divierte hacerlo? ¿Tienes ideas creativas y literarias en tu cabeza y las quieres dejar plasmadas en un papel? ¡Es todo lo que necesitas! porque todos tenemos el potencial para ser escritores.
Decirte lo contrario no es más que una excusa. Eres tú dejando que tus miedos construyan grandes obstáculos que no te dejan avanzar. La vida es demasiado difícil como para que te la compliques más con pensamientos que no te llevan a ninguna parte. Repite una y otra vez: Tengo todas las herramientas necesarias para lograr todo lo que me proponga. Y si no las tienes, ahí tienes la primera tarea: aprender.
Lleva al papel todas tus metas, ideas y proyectos literarios. Si quieres escribir una historia, escribe el argumento pues no sabes si en el futuro vayas a desarrollarlo mejor. Todo lo que se te ocurra, anótalo. No me canso de aconsejar esto. ¡Ah! y si estás tan bloqueado como para poder siquiera saber qué es lo que deseas hacer, habla en voz alta contigo mismo o con otra persona. A veces en una conversación podemos corregirnos, pues los pensamientos fluyen y nos damos la libertad de hacer y deshacer.
2. Juega con las palabras
Las letras hacen palabras, las palabras hacen oraciones y las oraciones hacen párrafos. Es algo básico. Ahora bien, si te sientes estancado en tu proceso creativo, juega con las palabras. Muévelas de un lado a otro como piezas de un rompecabezas. A veces lo que sucede es que tenemos una enorme cantidad de ideas chocando en nuestra cabeza; una idea lleva a otra y de pronto no sabemos ni dónde estamos metidos. Cuando no sabemos hacia dónde va la historia, las ideas siguen chocando y terminamos perdiéndonos en nuestro propio escrito.
Cuando suceda esto, realiza un esquema o bosquejo y organiza la estructura de la historia. A veces es necesario hacer tormentas de ideas. El proceso de escritura tiene sus partes y en primera instancia está la planificación. Si realizas este primer paso bien, tendrás una guía por la cual dejarte llevar. Es como un mapa que te lleva a una dirección. Hay distintos caminos, puedes modificar la ruta en el proceso, pero siempre sabrás a dónde quieres llegar.
Tampoco cometas el error de buscar las palabras correctas o adecuadas para escribir. No sé quién le metió en la cabeza a las personas que las palabras más rebuscadas son las idóneas para un escrito. A veces las más sencillas llegan al lector más que las domingueras. Escribe como te salga, tal cual tú eres. Ya en el proceso de corrección podrás arreglar lo que sea. Deja que escriba tu lado escritor y que corrija, a su debido tiempo, tu lado crítico. Si permites que este último domine el proceso de escritura, tendrás miedo, pensamientos bloqueadores y¡puff! una vez más con el bloqueo.
3. Déjate llevar
No sigas este consejo para todo en la vida, que puede ser muy peligroso. En la escritura debemos dejarnos llevar por los personajes que tenemos en la cabeza, por las ideas que se nos ocurren, por la historia estructurada, por lo que vemos, sabemos y sentimos. Y si es un escrito no literario (como los académicos o los que nos piden en el trabajo), déjate llevar por las instrucciones, las bases y las reglas de escritura correspondientes. Vamos, que si no sabes qué es un ensayo, jamás podrás escribir uno bueno. Lo mismo con lo literario, si no sabes la diferencia entre un cuento y un relato, estarás más perdido que un juey bizco. Investiga, documéntate, conoce y luego podrás comunicar a través de tus palabras.
No siempre tienes que tenerlo todo organizado y bien pensado. Muchísimas personas han escrito una novela solo dejándose llevar por la inspiración del día a día. Si te resistes a escribir puede ser una señal de que estás confundido sobre lo que quieres decir. En ocasiones, lo ideal es escribir en una frase lo que quieres contar y luego desarrollarlo poco a poco con los recursos literarios que tengas a la mano.
Tampoco te quedes con la idea de que debes comenzar por el principio. No todo en la vida es así. En lo personal, escribo las introducciones de los trabajos luego de haber terminado todo el cuerpo y la conclusión. En la literatura es lo mismo, a veces cuando vamos a mitad de camino es que sabremos la forma exacta en que tiene que comenzar la historia. Y si tienes que saltarte párrafos o capítulos a mitad de camino ¡hazlo!
4. Aléjate del Internet y de las redes sociales
Te lo digo en serio, este es el peor distractor, es como el virus que te contagia la procrastinación. Los días en que soy menos productiva es porque pierdo las primeras cuatro horas leyendo los blogs que sigo, enterándome de las nuevas noticias en los periódicos en línea, navegando por el Facebook y perdiéndome en el correo-e. No te miento, a veces puedo estar muchas más horas.
Si lo que quieres es producir, debes eliminar estas distracciones. Mis mejores días son los que sigo la siguiente rutina: desconecto el Internet (hasta del móvil), pongo música de fondo (sin letra), hago una lista con todas las tareas que tengo que hacer, me preparo una taza de café bien cargado y ¡manos a la obra!
Si necesitas el Internet para trabajar, descarga alguna aplicación que te permita bloquear las páginas que más tiempo te quitan. También es bueno cambiar de ambiente e ir a escribir a otra parte, como una cafetería, una biblioteca o un parque. A veces lo que necesitamos es despejarnos y salir del encierro.
5. Establece fechas límite
…y metas a corto y largo plazo. A mí me funciona. Tengo en mi agenda una programación con todas las tareas que tengo que hacer. Organizo mi semana para que no llegue el viernes y no haya cumplido con los trabajos que me encargan. Créeme que escribir por encargo a veces también genera bloqueo y frustración. Este consejo funciona tanto (al menos para mí) que la primera novela que escribí por completo fue gracias al NaNoWriMo. Me propuse hacerlo, me organicé y terminé redactando 154 páginas en Word (a espacio sencillo) en veinte días. Y que conste que le dediqué solo unas cuatro horas diarias.
Así que eso, para cumplir con mis metas y combatir con el bloqueo, me pongo fechas límites en mis trabajos de escritura (tanto los personales como los que hago como freelance). Inténtalo y si te resulta, prémiate por haberlo logrado.
¿Qué haces tú para solucionar tu bloqueo creativo? ¿Cuántas veces a la semana te vence la procrastinación y terminas dejando de lado tus escritos?